El Obispo Pos tridentino
Sancho Dávila Toledo, promotor de las
Fachadas Principales de la Iglesia de Santa María de Úbeda.
Juan Ángel López
Barrionuevo.
Dibujo de la Fachada de Santa María en el siglo XIX; Atribuido a Carderera, donde podemos observar la antigua Torre Campanario de la Iglesia. |
Como podemos imaginar la iglesia
colegial ubetense, durante el siglo XVI no podía ofrecer un aspecto más bronco
y medieval: un auténtico baluarte militar en el corazón emblemático de la renovada
y aristocrática ciudad en la plaza Vázquez de Molina. Dibujo de Rafael Vañó Silvestre, de como era el aspecto exterior de la Iglesia, antes de la construcción de su actual Fachada.
Santa María a primeros del siglo XX. Foto Gentileza de José Luis Latorre. |
Por los trabajos de Almagro
García conocemos de un modo indiscutible cual era el estado que debió presentar
esta iglesia de Santa María hasta los primeros años del 1600. Ya que hasta construirse
las actuales portadas y fachadas, el exterior del templo, estaba configurado
por la muralla que cerraba el Alcázar. Hacia 1510 se inicia la construcción de
una portada que la abra al "llano", en tiempos del obispo de Jaén don
Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, destruyendo para ello un trozo de muralla
entre dos torreones.
Como podemos imaginar la iglesia
colegial ubetense, durante el siglo XVI no podía ofrecer un aspecto más bronco
y medieval: un auténtico baluarte militar en el corazón emblemático de la renovada
y aristocrática ciudad en la plaza Vázquez de Molina.
Por tal motivo, se opta en el
siglo XVII, de la transformación del exterior de el templo Colegial con un
perfil constructivo uniforme, dado por una gran pantalla arquitectónica, a base
de diez pilastras de orden gigante sobre basamento y pedestales resaltados, que
la van estructurando en tramos, así como por una tribuna o balconada corrida
con clasicistas pináculos, dos ventanales neogóticos cegados y dos espadañas de
1886 con cuatro campaniles cada una y las esculturas en piedra de la Virgen de
Guadalupe y San Lorenzo. La nueva fachada principal, con su portada, es
contratada por don Antonio de Molina Valenzuela, por mandato del obispo Sancho
Dávila, en marzo de 1604, al maestro Martín López de Alcaraz, su proyectista.
La portada norte es muy
vandelviriana, adaptándose al esquema de arco triunfal, con tres pisos. El
primero con un arco de medio punto, en cuyas enjutas reposan ángeles con
elementos de la Pasión, los clavos y la corona de espinas. En los laterales del
arco, se disponen columnas corintias pareadas sobre pedestales y, entre éstas
hay sendas hornacinas con San Pedro y San Pablo. El piso central descansa sobre
un basamento, emergiendo en el centro el escudo del Obispo promotor de la obra,
rodeado por la Esperanza y La Fortaleza y, en los laterales, Moisés e Isaías.
Sobre el basamento un relieve muestra la Adoración de los Pastores, obra de
Luis de Zayas.
Este relieve, obra de Zayas
inspirada en un dibujo de Zúccaro grabado por Cort, está coronado por un
frontis partido, en cuyo tímpano es albergada una hornacina entre pilastras
jónicas con la Imagen de la Virgen Asuncta al Cielo entre ángeles, rodeada por dos
jarrones de azucenas, símbolo de virginidad y pureza de la Madre de Dios,
mensaje concepcionista que es completado en 1645, año en que el Cabildo
municipal aprueba el juramento hecho en defensa del dogma de la Inmaculada
Concepción, cuando se ordena la colocación de una inscripción en los pedestales
de las columnas del segundo cuerpo: "IN SIGNE HUYUS ECLESIAE CAPITULUM
VOTO SE OBSTRIMXIT INMACULATAE DEY PARE VIRGINIS CONCEPCIONIS PROPUGNANDA. ANNO
MDCXLV. MARIA SANTISIMA SEÑORA NUESTRA, CONCEBIDA SIN PECADO ORIGINAL".Un
medallón con Dios Padre remata la portada. Las espadañas se realizan a finales
del s.XIX para sustituir a la vieja torre que aprovechaba el antiguo alminar de
la mezquita y estaba muy deteriorada.
La portada de la Consolada,
también tiene forma de arco de triunfo, compuesta por arco de medio punto,
flanqueado por columnas corintias sobre pedestales, fue trazada por López de
Alcaraz, un discípulo y continuador del estilo Vandelviriano en Úbeda. En las
enjutas aparecen la Fe y la Caridad y en sus laterales dos hornacinas con San
Juan Bautista y San Sebastián. El cuerpo central lo preside la Virgen con el
Niño en el interior de una hornacina rematada por venera. La imagen aparece
rodeada por los escudos del mismo Obispo promotor de la obra.
Escudo del Obispo Sancho Dávila, en la Casa Parroquial de la Iglesia de San Pablo de Úbeda. Foto Santiago Abella |
Como ya hemos dicho anteriormente,
el obispo postridentino Sancho Dávila y Toledo ordenó la construcción de
las fachadas y portadas exteriores a principios del siglo XVII, para equiparar en
importancia la imagen de la antigua colegiata a los edificios de la Plaza
Vázquez de Molina.
Sancho Dávila nació en Ávila en
1546, nieto del primer marqués de Velada y hermano del segundo, estudió en
Salamanca, de cuya Universidad llegó a ser Rector en cuatro ocasiones, lo que
le imprimió un profundo gusto académico y gran erudición. Obtuvo diversas
prebendas eclesiásticas y fue ordenado sacerdote, llegando a ocupar la canonjía
penitenciaria de Ávila. El 25 de mayo de 1591 fue nombrado obispo de Cartagena,
de donde tomó posesión por poderes otorgados a los Inquisidores del Reino de
Murcia. Consagrado obispo el 20 de octubre, efectuó su entrada en Murcia el 11
de diciembre de 1591.
En 1600 se le entregó el obispado de Jaén, donde permaneció tres
lustros hasta que fue de nuevo promovido a otra diócesis, la de Sigüenza. En
ésta permaneció desde 1615 hasta 1622, cuando se le envió al episcopado de
Plasencia, sin duda la mejor diócesis de España después de las metropolitanas.
Toda la actuación pastoral del
obispo Sancho Dávila se orienta a la puesta en práctica y ejecución de lo
dispuesto en el Concilio de Trento; y no sólo en lo referente a una serie de
normas concretas, sino que, plenamente imbuido por el espíritu tridentino, nuestro
prelado impregnó todas sus Diócesis donde
gobernó de ese carácter donde la revistió de manera más o menos consciente del
talante conciliar. Ya hemos apuntado cómo se desprende del Concilio la
exaltación de la figura episcopal, ya sea de manera explícita en los cánones o
decretos, ya de forma implícita en el tono en el que se desenvuelve todo el
contenido. En cualquier caso, la importancia que consiguen los obispos en sus
diócesis no era conocida hasta el momento, y a la vez era garantía de una
jerarquía organizada que permitía el mantenimiento en la sana doctrina, amén de
una ratificación frente a la herejía
luterana contraria a la Tradición y a la Sucesión Apostólica.
Estaba de visita pastoral por su obispado
cuando le sobrevino la muerte en Jaraicejo (Cáceres), a comienzos de diciembre
de 1625. La disposición testamentaria ordenaba el traslado de su cuerpo hasta
Ávila, pues era su deseo reposar para siempre en la capilla familiar que él y
su hermano, el marqués de Velada, habían comenzado a construir en la catedral
de la ciudad del Adaja. Sin embargo, no se llevó a efecto el traslado hasta
1648.
Fuentes relacionados:
Almagro García, Antonio (2003).
Santa María de los Reales Alcázares de Úbeda: Arqueología, historia y arte.
Úbeda: Editorial El Olivo. ISBN 8495244675. OCLC 54370786.
Moreno Mendoza, Arsenio. La imágen Neoclásica y romántica de Úbeda y Baeza, 2011
Moreno Mendoza, Arsenio. La imágen Neoclásica y romántica de Úbeda y Baeza, 2011