Una de las campanas de los campanarios de Santa María. Foto Diego Godoy. |
La insensibilidad –por usar de un eufemismo piadoso– de unos hombres, acabó, en 1936, con las campanas de Úbeda. Era un inefable concierto polifónico el de las campanas de Santa María de los Reales Alcázares, a las que hacía contrapunto la bronca solemnidad de las del Salvador, en los días de fiesta grande. Y en el centro de la ciudad, en la Plaza de Toledo, las de la Trinidad, jubilosas, alboratadoras, cantarinas, conmovían el sosiego apático de estos nuestros “hombres de la Plaza” que, de sol a sol, meros espectadores del tiempo que pasa, consumían sus horas de paro resignado.
Las campanas de ahora, instaladas después de la guerra para sustituir a las antiguas, carecen aún de personalidad evocadora. De “las de antes”, sólo queda, probablemente, una que perteneció a la iglesia de Santo Domingo de Silos y que actualmente “oficia” en una de las espadañas de Santa María.
Con las campanas, ¡ay!, desaparecieron, o fueron destruidos en ominosa profanación, incalculables tesoros de toda índole, de los templos.(De BIOGRAFÍA DE ÚBEDA)