En Úbeda todo converge hacía la iglesia de Santa María de
los Reales Alcázares, contemplada la ciudad desde el Sureste, el conjunto
colegial se convierte en el eje vertical del caserío, uniendo cielo y tierra. Como
la iglesia que más culto tiene, es < su
fortaleza espiritual>;
desde ella se aplaca la ira de Dios. Ubicada en una de las plazas más bellas
del mundo, que es la renacentista plaza Vázquez de Molina. Su contemplación nos
aproxima a lo que hemos sido, como parte sustancial de lo que somos: una bella
ciudad antigua con nobles registros de fuerza plástica y espiritual.
Santa María siempre ha tenido cierto magnetismo para mí. Una
planta extraña y poco rigurosa, esa mezcla de mezquita y posterior iglesia
cristiana.
Las desaparecidas vallas y rejas que cerraban los
intercolumnios del claustro.
Hay algo que me gusta mucho en ella y es su naturalidad, naturalidad
en sus muros, capillas, portadas, cúpulas, bóvedas y unos pilares enormes que
transmiten las cargas hacía el suelo conforman el precioso claustro desde el
cual te recibe y el edificio empieza a mostrar sus secretos. Hay que estar muy
vivo de ojo (más hoy en día) para ver los detalles típicos de estos edificios
en las bóvedas de crucería y en el arranque de los arcos.
Al entrar al citado claustro del templo; y observamos su
arquitectura, podemos ver que los nervios de las bóvedas góticas, los arcos
formeros y perpiaños descansan sobre capiteles, adosados al muro y a los
pilares, en forma de canastilla con variados motivos decorativos: tallos,
figuras de animales como becerros, bestias, escenas simbólicas. Etc. En muchos
de ellos esta adosado el escudo del canónigo Becerra; impulsor de la
construcción de este recinto y en uno las armas de la Colegial.
Entre unos de ellos, sobresale de modo especial, un capitel
con motivos eróticos o pornográficos. (Según se vea). Que se sitúa en uno de
los pilares del claustro, en la nave oeste, antes de entrar al interior de la
iglesia.
El referido claustro se dispone a la izquierda, aprovechando
el sahn de la mezquita, y adopta forma de trapecio irregular, con tres galerías
alrededor del patio, siendo la del Norte la que comunica con la fachada principal,
las galerías son de arcos apuntados sobre pilares rectangulares, similares a
los del interior, mientras las bóvedas de posterior construcción (1512), son de
crucería simple en los lados Este y Oeste, y de terceletes en el Norte;…
En el siglo XIX, el Prior del templo Alejandro Monteagudo,
instaló unas vallas y rejas de bronce para cerrar los intercolumnios hasta
media altura en las galerías del claustro. Estas vallas fueron retiradas en
1995; y hoy las rejas, se guardan en uno de los patios del templo.
A pesar de la eliminación de las citadas
vallas, el recinto claustral aún sigue manteniendo su carácter, el mismo que
glosaba Pasquau (1958: 46):
“Verdaderos remansos de paz estos claustros de las iglesias
catedrales y colegiales, cu-ya densidad histórica y artística, impermeable a
cualquier sugestión frívola, envuelve el pensamiento en un sentimiento amoroso.
Más que el mérito arquitectónico en sí mismo, son el ambiente sedante, el
silencio, la presencia de los cipreses -a cuya sugestión viene a unirse la
difusa, tremente, armonía del órgano cercano-, quienes prestan a ese recinto su
natural, no estudiado encanto, haciendo de él un sitio real para el espíritu
sede de la meditación. Pocos climas así, pueden invitar, con una
serenidad, a la descentrada o atormentada psicología depaysé de los
hombres heridos de nostalgia, tocados de infinito. Azorín -tan obseso del
tiempo- hubiera escrito un maravilloso artículo acogido a la umbrosidad del
claustro de Santa María, en los atardeceres estivales concordados de Ángelus
y golondrinas”.
La iglesia todavía conserva cierto patrimonio artístico. En
imaginería, cabe destacar el Cristo gótico de los Cuatro Clavos, proveniente de
San Pedro, la Virgen
de piedra del claustro, anterior a 1659, un Ecce Homo también de piedra y
proveniente del Convento de San Juan de Dios conocido como 'Cristo de los
Toreros' o la imagen de Jesús Caído de Mariano Benlliure, tallada en 1942.
Retablos de valor sólo quedan los barrocos del siglo XVIII de la capilla de los
Sabater, a los que se suma el baldaquino neobarroco de Jesús Nazareno,
realizado por Palma Burgos en 1956. Hay dos pilas bautismales, una renacentista
proveniente de San Lorenzo y otra realmente interesante del siglo XV. Se
custodian algunas piezas de orfebrería de los siglos XVII a XIX, de cierto
valor, y una fiel copia de la custodia francesa, realizada en 1963.
A eso, hay que sumar
la rica colección de piezas de rejería -principalmente del siglo XVI,
atribuidas al Maestro Bartolomé, aunque también hay rejas del siglo XIX- que
cierran las capillas del templo. Y, también, una interesante colección de
imaginería procesional de la postguerra, integrada por obras de Jacinto
Higueras y Palma Burgos. De entre los cuadros, se puede destacar el de 'La Virgen de Belén',
extraordinaria obra situada en el retablo central de la capilla de los Sabater
y atribuido a la escuela de Rafael, una Inmaculada de la escuela de Alonso
Cano, una notable copia del siglo XVII de 'La Piedad' de Bocanegra y
algunos lienzos notables provenientes del mutilado retablo renacentista de la
capilla del Deán Ortega en San Nicolás. Más recientemente, y a partir de las
obras de 1983, es posible también detectar la pérdida de algunos de los escasos
bienes artísticos con que ya contaba el templo. ¿Qué ha sido de la colección de
cuadros, valiosos no por su arte sino por el testimonio del devocionario
popular de los siglos XVII a XIX, que había en Santa María?