sábado, 4 de mayo de 2019

Buen Pastor de la Basílica de Santa María de los Reales Alcázares. Por su Restauración y su Posterior Puesta en Valor Cultural.


Buen Pastor, de la Basílica de Santa María de los Reales Alcázares. Foto de José Luis Latorre Bonachera.

Según testigos oculares y testimonios recogidos por servidores de la palabra, en tiempos de Herodes, rey de Judea, Gabriel, el Ángel del Señor, se apareció al anciano sacerdote Zacarías, que al verle se asustó. 


"El ángel le dijo: 'No temas Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan, será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento porque será grande ante el Señor'". (Lucas 1, 20)


"El niño crecía y su espíritu se fortalecía y vivió en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel". (Lucas 1, 80).

"Apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautizo de conversión para perdón de los pecados. Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
Juan llevaba un vestido de piel de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre. Y proclamaba: 'Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo'". (Marcos 1, 27).

"Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado, por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: 'Yo soy el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mi?' Jesús, le respondió: 'déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia'. Entonces le dejó.
Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: 'Este es mi Hijo amado, en quien me complazco'".(Mateo 3, 13-17).

"Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: 'He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es por quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo'".  (Juan 1, 29-31). 

"Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: 'Aquél sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo'. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios". (Juan 1, 33-34).  


La figura de Cristo como pastor de su rebaño fue muy gustada en el arte cristiano por su simbolismo, ya que forjaba a través de un joven pastor, la disponibilidad de Cristo de dar la vida por su grey representada por los corderos, cumpliendo así la promesa bíblica de salvar, con su muerte y su sangre al género humano. En esta obra el joven Jesús vestido de pastor y cubierto con una zalea abraza dulcemente a una oveja, símbolo del alma cristiana que quiere ser protegida por su pastor.

La tela que vemos se basa en el Evangelio de San Juan, cuando compara a Jesucristo con el buen pastor que cuida de sus ovejas, un tema ya recurrente desde el arte Paleocristiano, como podemos observar en las catacumbas de Roma. Por otra parte, el crítico de arte Pedro de Madrazo, pensaba que se hace referencia a otro pasaje del Evangelio de San Mateo, en donde afirma: que si uno tiene cien ovejas y se le pierde una, deja a las otras noventa y nueve y va a buscar a la descarriada. Esta que vemos acariciada por Jesús es la despistada.

En pintura se encontraba ya en las catacumbas de San Calixto o de Domitila. Una de las representaciones del «buen pastor» más conocidas es la de Bartolomé Esteban Murillo. En la escultura ha sido también una imagen común, que empezó siendo esculpida en los flancos de los sarcófagos y recurrente en la música religiosa, como la pieza para órgano, El tríptico del buen pastor, de Jesús Guridi.

Como ya dije, el Buen Pastor es una de las primeras iconografías cristianas y tiene sus orígenes remotos en las representaciones paganas de Hermes Crióforo y de Orfeo, sin embargo, tras el periodo paleocristiano, su representación se frenó hasta el Renacimiento. En Sevilla, Murillo efectúa una modificación al infantilizar la figura de Cristo. Este nuevo modelo alcanzó un gran éxito y fue continuado por otros pintores sevillanos, como Domingo Martínez y Juan Simón Gutiérrez, que siguieron las líneas del maestro. Valdés Leal fue el único que propuso un modelo diferente.

Niño Jesús, Buen Pastor. Presenta una mezcla iconográfica de dos tipos: bendiciendo con la mano derecha y con la izquierda portando el estandarte, como Salvador del mundo, y también como Buen Pastor, con el báculo o cayado. Con este tema, sin embargo se produce una contraposición que raya casi en el antagonismo, entre pintores y escultores de la época. Los primeros, salvo en raras excepciones, tratan la figura de Jesús Niño de una manera delicada y humana. 

Vemos Niños en los cuadros de Velázquez, de Zurbarán, pero sobre todo en los del artista que mejor ha sabido distinguir la infancia, Bartolomé Esteban Murillo, copiando sus modelos del natural e inmortalizándolos en lienzos de los que se conservan buena parte en nuestro país, repartidos por diferentes lugares, y muy especialmente en el Museo del Prado. Se representa en pintura al «Buen Pastor», aparece Jesús Niño con una oveja, rememorando el pasaje evangélico de San Juan: «Yo soy el Buen Pastor y conozco a mis ovejas…». Estos lienzos, mundialmente conocidos y admirados, son una clara muestra, dada la delicadeza de sus temas y la forma de ser tratados, de la profunda religiosidad del autor.

El Olvidado Buen Pastor de la Basílica de Santa María de los Reales Alcázares.
Por suerte la pinacoteca religiosa de Úbeda, cuenta con un buen ejemplo de pintura con la representación del Buen Pastor.

El referido cuadro, de autor desconocido es típico renacentista, su representación, es distinta a la de Murillo. Sin embargo, el báculo y la pierna del niño ponen el contrapunto diagonal, típico de la época barroca.

El cielo tumultuoso del fondo nos remonta a los pintores de la Escuela veneciana del siglo anterior. El niño Jesús,  con piel de animal y capa roja, sobre fondo de paisaje, al que vemos pastando plácidamente entre la neblina,  con rostro cordial, denota una cierta melancolía, dirige su mirada  hacia a Dios Padre, mientras a su lado aparece un cordero sujetado por dos lindos querubines y de la vara que sujeta en su mano derecha pende un cartel en el que se puede leer: "Ecce Agnus Dei" ("Éste es el Cordero de Dios"),  ocupan el fondo de esta reconfortante escena llena de amor, dulzura y sentimiento.

Es obra del siglo XVIII, de autor desconocido, durante dos centurias, ha estado colgado en los históricos muros de una de las Capillas Funerarias de la Iglesia de Santa María de Úbeda.

Tras la apertura al culto de esta Iglesia en 2011,  por obras de restauración, que duraron  más de 28 años, esta obra pictórica está almacenada, junto a otros cuadros, en una de las dependencias de la Sacristía de Santa María.

Actualmente, dicho cuadro del Buen Pastor, en muy mal estado,  está a la espera de una profunda restauración y a su posterior puesta en valor, para así engrandecer el pequeño patrimonio del mueble religioso que guarda la Basílica de Santa María de los Reales Alcázares.   



lunes, 29 de abril de 2019

El San Miguel Olvidado, de la Basílica de Santa María de los Reales Alcázares. Y por su puesta en valor, al Culto Religioso.


San Miguel Arcángel, vestido de soldado con dos de sus  tres atributos: el Escudo, con el significado de su nombre –Quis ut Deus- recuerda su entrega incondicional a Dios y  la Lanza, signo de su lucha victoriosa contra Lucifer; el cuadro de buen mérito, y según parece fue realizado por palabras de Torres Navarrete, en el siglo XVIII, de autor anónimo.


El San Miguel Olvidado,  de la Basílica de Santa María de los Reales Alcázares.
Y por su puesta  en valor, al Culto Religioso.

Juan Ángel López Barrionuevo.

                        San Miguel es uno de los siete arcángeles y está entre los tres cuyos nombres aparecen en la Biblia. Los otros dos son Gabriel y Rafael. La Iglesia Católica da a San Miguel el más alto lugar entre los arcángeles y le llama "Príncipe de los espíritus celestiales", "jefe o cabeza de la milicia celestial". Ya desde el Antiguo Testamento aparece como el gran defensor del pueblo de Dios contra el demonio y su poderosa defensa continúa en el Nuevo Testamento.

                El nombre Miguel significa en hebreo ¨Quien como Dios¨. El primer Santuario consagrado al Arcángel está en el sur de Italia, en el Monte Gargano. En este lugar él se apareció tres veces entre los años 490 y 493. En su última aparición manifestó que ese lugar no necesitaba ser bendecido porque él ya lo había consagrado con su presencia como su Santuario. El 29 de septiembre del año 493, después de haber escuchado la voluntad del Arcángel, el pueblo con su Obispo celebró solemnemente la primera Misa en la gruta-Santuario del gran Arcángel San Miguel.

                El Arcángel posee tres atributos: la Lanza, signo de su lucha victoriosa contra Lucifer; el Escudo, con el significado de su nombre –Quis ut Deus- recuerda su entrega incondicional a Dios; y la Balanza lo identifica como el que defiende y acompaña al alma en la hora de la muerte.

                El Padre Kentenich señala: ¨San Miguel es primeramente... el protector del Santísimo Sacramento del altar. La segunda gran tarea del Arcángel San Miguel es ser el ayudante nato y escogido de la querida Madre de Dios en la lucha contra el Demonio... Al colocarnos al lado de San Miguel, en él y con él, ayudamos a la querida Madre de Dios a vencer al Demonio y a los poderes demoníacos en el mundo actual¨. (Palabras del Padre Kentenich a la Liga Apostólica en 1966).

                Las Iglesias Católica y Ortodoxa celebran el día del arcángel Miguel en diferentes fechas. Tradicionalmente, la celebración católica del mundo occidental se celebra el 29 de septiembre. Este día se celebra también a los arcángeles San Gabriel y San Rafael. En los países del Norte de Europa se le llama a este día Michaelmas.

                En la época medieval era un día muy importante y era obligación observarlo. Más tarde, se abolió esta obligación y se añadió la celebración de los otros arcángeles y todos los ángeles el mismo día.

                Las iglesias ortodoxas celebran el día del arcángel Miguel el 8 de noviembre, según el calendario juliano. También se celebra en su honor el Milagro de Konia el 6 de septiembre.

                La tarea de conducir a las almas, atribuida a san Miguel, parece derivar de Los evangelios apócrifos, donde abundan los relatos. Entre ellos, quizá el más importante, es el que narra cómo el arcángel recibió en sus manos el alma de la Virgen: "Entonces le dijo el ángel... Yo soy el que tomó las almas de los que se humillan a sí mismo ante Dios y el que las traslada a lugar de los justos en el mismo día en que salen del cuerpo. Y por lo que a Ti se refiere, si llegas a abandonar el cuerpo, yo mismo en persona vendré por Ti." (1) Debido a que la balanza aparece como atributo personal de Miguel, fue considerado patrón de los tenderos y de otros oficios relacionados de alguna manera con este instrumento. Por su naturaleza celeste se le representa siempre sobre un cúmulo de nubes, como es el caso de este lienzo, en que además se encuentra parado sobre angelillos. 1. Aurelio de los Santos Otero, Los evangelios apócrifos, p. 617.

                Muy apropiadamente, es representado en el arte como el ángel guerrero, el conquistador de Lucifer, poniendo su talón sobre la cabeza del enemigo infernal, amenazándole con su espada, traspasándolo con su lanza, o presto para encadenarlo para siempre en el abismo del infierno. La cristiandad desde la Iglesia primitiva venera a San Miguel como el ángel que derrotó a Satanás y sus seguidores y los echó del cielo con su espada de fuego.

                Él tocará la trompeta el día del Juicio (1° Tesalonicenses 4, 16), y es el encargado de frustrar a Lucifer o Satanás, enemigo principal de '''Miguel''' por ser el arcángel de los ángeles caídos o del mal​ (Apocalipsis 12:7). Por eso, en el arte se le representa como un ángel con armadura de general romano, amenazando con una lanza o espada a un demonio o dragón.

                Como ya dije también suele,  ser representado pesando las almas en la balanza, pues según la tradición, él tomaría parte en el Juicio final. Es también el más invocado, al que más se le reza y al que más personas le piden ayuda. Esto se debe a su papel de guerrero espiritual. Las imágenes creadas por artistas son el mejor ejemplo de cómo se ha percibido al arcángel Miguel a través de los tiempos.

La Olvidada Pintura de San Miguel, de la Basílica de Santa María de los Reales Alcázares.

                Desde antaño, en la iglesia de Santa María, se daba culto al patrón de Úbeda el Arcángel San Miguel, hasta la fecha de 1936. Dos eran las representaciones de San Miguel, que recibían culto en esta Iglesia hasta la citada fecha,  estas representaciones estaba formada por  una escultura  y  la otra era una pintura, (que por suerte aún se guarda, en esta iglesia, pero en muy malas condiciones).

                En primer lugar, hablaremos de la citada desaparecida escultura de San Miguel, la misma recibió culto en la Capilla Mayor de Santa María. Donde la tradición cuenta que está ubicada donde se dijo la primera misa tras la conquista de la ciudad, el 29 de septiembre de 1233.

                Ruiz Prieto nos relata en su Historia de Úbeda. Tomo II. Pp. 8-53: “…Capilla mayor.-Ocupa el mismo sitio en el mismo sitio en que se celebró la primera misa a que asistieron los conquistadores, para dar gracias a la Virgen de la Asunción, bajo cuyo patrocinio se puso la iglesia, por la protección otorgada en la penosa conquista de la Villa, y a cuya primera festividad asistió, como queda dicho, el rey conquistador D. Fernando III, para rendir devotamente su grandeza a la Reina de los Ángeles, madre de Dios, cuya efigie llevaba dicho rey consigo en su caballo de batalla y en sus estandartes…”

                Sobre la desaparecida imagen en cuestión de San Miguel, volvemos a Ruiz Prieto:  “…En un ángulo de la capilla hay colocada sobre un pedestal, una imagen del Arcángel San Miguel, que procede del extinguido convento de Carmlitas Descalzas. Fue hecha en 1671, con ayuda del Ayuntamiento de la ciudad, que dio doscientos ducados, como consta en las sesiones de 16 de marzo de dicho año, y de 26 de junio de 1676. No hemos encontrado el nombre del artífice que talló esta interesante imagen…”.

                Hablemos, ahora de la  ovidada pintura de San Miguel, que aún se conserva, en muy malas condiciones, en una de las dependencias de la iglesia, junto a demás cuadros en espera de restauración, destacando por su belleza; una pareja de planchas de cobre dedicadas a Getsemaní y un prendimiento, San José, un Buen Pastor ninño, un cardenal franciscano de muy buena traza, los tres cuadros sobre el martirio de San Lorenzo, un retrato de San Vicente de Paúl elaborado en Logroño en 1870,…

                La pintura hasta 1936, se situaba en el desaparecido trascoro, frontero a la Capilla de la Yedra, lugar donde la decoración tomaba gran protagonismo. Además, en el lugar central del trascoro se colocaba una capilla con un altar desde dónde se podía celebrar la eucaristía,  siendo considerada  como la capilla del pueblo, al ser este Santo Patrón de Úbeda, se colocó aquí la mencionada pintura de San Miguel Arcángel.

                Ginés Torres Navarrete, en su libro Historia de Úbeda en sus Documentos, tomo IV p.32, nos dice: “…Estuvo situado a espaldas del coro frente a la capilla de la Yedra y se labró a costa del Canónigo don Juan Muñoz de Lago. Este testó en Úbeda el 26 de octubre de 1824 ante Manuel de Elbo y dice: “Que io he costeado en dicha mi Yglesia el retablo dorado y jaspeado del trascoro dedicado al Arcangel San Miguel…”.

                “…Existió otro retablo anteriormente, pues en 26 de diciembre de 1779 ante Andrés Hidalgo de Torralba, testó en Úbeda el Canónigo don Pedro Juan de Ojeda y menciona el altar de San Miguel “en el cuerpo de iglesia” de Santa María…”

                Volvemos a Ruiz Prieto, Historia de Úbeda. Tomo II. Pp. 8-53, nos dice : “…A espaldas del Coro, frente a la Capilla de la Yedra, hay otro altar, cuyo retablo lo constituye un cuadro con la imagen de San Miguel, de bastante mérito, que fue costeado a principios de este siglo (en 1824), por el tesorero D. Juan Antonio Muñoz de Lago. El cuadro parece más antiguo…”.

                La mencionada pintura, representa al Arcángel, vestido de soldado con dos de sus  tres atributos: el Escudo, con el significado de su nombre –Quis ut Deus- recuerda su entrega incondicional a Dios y  la Lanza, signo de su lucha victoriosa contra Lucifer; el cuadro de buen mérito, y según parece fue realizado por palabras de Torres Navarrete, en el siglo XVIII, es de autor anónimo.

                Esperemos, que alguna vez se tome la iniciativa de restaurar esta joya del siglo XVIII, enriquezca el poco patrimonio del mueble que conserva la Basílica de Santa María, y vuelva a tener culto y ubicarse en el lugar donde corresponde,  la Capilla Mayor de dicha iglesia.



 Fuentes:

G. AULEN, Christus Victor, SPCK, London 1931;
J. DANIÉLOU, Teología del judeocristianismo, Cristiandad, Madrid 2004;
W. LUEKEN, Michael. Eine Darstellung und Vergleichung der jüdischen und der morgenländisch-christlichen Tradition vom Erzengel Michael, Göttingen 1898;
M. MACH, «From Apocalypticism to Early Jewish Mysticism», en B. MCGINN (ed.), The Encyclopaedia of Apocalypticism, New York 1998, II, 204-237;
X. PIKAZA, Antropología bíblica, Sígueme, Salamanca 1996;
J. RATZINGER, La unidad de las naciones, Cristiandad, Madrid 2011,
Ruiz Prieto, Miguel. Historia de Úbeda. Tomo II. Asociación Alfredo Cazaban.
Torres Navarrete, Ginés. Historia de Úbeda en sus Documentos. Tomo IV. Asociación Alfredo Cazaban.