Las Capillas fundacionales en iglesias no es ningún fenómeno de carácter local, responde a ciertos deseos de afirmar un estamento social, crear un enterramiento, movidos por una profunda religiosidad dotadas de capellanes, obras artísticas y rentas.
Las Capillas funerarias en los templos de nuestra geografía española dan un sabor especial a estos, añaden espacios, sin sumarse al espacio del recinto. Así, la arquitectura religiosa española ha compartido, el espacio, por medio de rejas, que impide el paso, pero invita a ser traspasada. Sirven de cierre, de retablo, anuncia una propiedad funeraria, manifestando riquezas y poder.
Altares, sepulcros, capillas y rejas, forman un tejido histórico en torno al altar que, como permanente oración a la que artífices dieron forma artística, nos recuerda permanentemente a los generosos donantes (reyes, príncipes, prelados, canónigos, nobles, mercaderes, gremios…) que fundaron una capellanía, dotaron unos aniversarios, encargaron determinadas misas o pagaron cantidad de limosnas.
A cambio la iglesia colegial o catedral, les daba entierro en sus naves y claustro, asegurándoles su memoria en los aniversarios y días de difuntos, como benefactores que fueron del primer templo de la ciudad.
Tal es la característica de que Santa María de Úbeda, es uno de los templos que más transformaciones ha sufrido de ahí que no exista unidad arquitectónica en su fábrica.
De las muchas capillas fundacionales o funerarias que había en los santuarios ubedíes, sólo tres, aún en la actualidad, siguen teniendo patronazgo, como es el caso de la monumental Sacra Capilla de El Salvador, que pertenece a la fundación Casa Ducal de Medinaceli; la Antigua Capilla de los Porcel, perteneciente desde 1888 los Marqueses de la Rambla, en el templo de San Pedro.
Y la antigua capilla de los Próceres de Vezmeliana, hoy de los Sabater, en la iglesia Colegial de Santa María.
Sabemos por Barranco Delgado que este oratorio funerario fue edificado y fundado en 1628 por el Canónigo tesorero de la Colegial de Santa María y fundador del palacio de su nombre (mal llamado Palacio del Marqués de Mancera), Antonio Molina y Valenzuela, bajo la advocación de la Inmaculada y San José.
Posteriormente pasó a los Marqueses de Vezmeliana, permaneciendo en su poder hasta 1877, fecha en la que fue vendida a don Ignacio de Sabater Arauco.
Su amistad con el prior Alejandro Monteagudo, le permitió reconstruir en 1881, la capilla, que está colateral por el lado de la epístola al altar Mayor, que más tarde se convertiría en su Panteón familiar con privilegio a la misma y a los Sabater por Breve Pontificia de 1909. Hoy es su actual propietario, uno de los descendientes: don Natalio Rivas Sabater.
Su portada al exterior, sigue los cánones de portada tardo renacentista, con representaciones de la Fe, la Caridad. Ángeles tenantes con heráldica fundacional; el patrón San José, en hornacina bajo baldaquín, cartela bajo lema: SOLO A DIOS SE LE DEBE HONOR Y GLORIA. Su reja repujada es más barroca que renacentista.
Las Capillas funerarias en los templos de nuestra geografía española dan un sabor especial a estos, añaden espacios, sin sumarse al espacio del recinto. Así, la arquitectura religiosa española ha compartido, el espacio, por medio de rejas, que impide el paso, pero invita a ser traspasada. Sirven de cierre, de retablo, anuncia una propiedad funeraria, manifestando riquezas y poder.
Altares, sepulcros, capillas y rejas, forman un tejido histórico en torno al altar que, como permanente oración a la que artífices dieron forma artística, nos recuerda permanentemente a los generosos donantes (reyes, príncipes, prelados, canónigos, nobles, mercaderes, gremios…) que fundaron una capellanía, dotaron unos aniversarios, encargaron determinadas misas o pagaron cantidad de limosnas.
A cambio la iglesia colegial o catedral, les daba entierro en sus naves y claustro, asegurándoles su memoria en los aniversarios y días de difuntos, como benefactores que fueron del primer templo de la ciudad.
Tal es la característica de que Santa María de Úbeda, es uno de los templos que más transformaciones ha sufrido de ahí que no exista unidad arquitectónica en su fábrica.
De las muchas capillas fundacionales o funerarias que había en los santuarios ubedíes, sólo tres, aún en la actualidad, siguen teniendo patronazgo, como es el caso de la monumental Sacra Capilla de El Salvador, que pertenece a la fundación Casa Ducal de Medinaceli; la Antigua Capilla de los Porcel, perteneciente desde 1888 los Marqueses de la Rambla, en el templo de San Pedro.
Y la antigua capilla de los Próceres de Vezmeliana, hoy de los Sabater, en la iglesia Colegial de Santa María.
Sabemos por Barranco Delgado que este oratorio funerario fue edificado y fundado en 1628 por el Canónigo tesorero de la Colegial de Santa María y fundador del palacio de su nombre (mal llamado Palacio del Marqués de Mancera), Antonio Molina y Valenzuela, bajo la advocación de la Inmaculada y San José.
Posteriormente pasó a los Marqueses de Vezmeliana, permaneciendo en su poder hasta 1877, fecha en la que fue vendida a don Ignacio de Sabater Arauco.
Su amistad con el prior Alejandro Monteagudo, le permitió reconstruir en 1881, la capilla, que está colateral por el lado de la epístola al altar Mayor, que más tarde se convertiría en su Panteón familiar con privilegio a la misma y a los Sabater por Breve Pontificia de 1909. Hoy es su actual propietario, uno de los descendientes: don Natalio Rivas Sabater.
Su portada al exterior, sigue los cánones de portada tardo renacentista, con representaciones de la Fe, la Caridad. Ángeles tenantes con heráldica fundacional; el patrón San José, en hornacina bajo baldaquín, cartela bajo lema: SOLO A DIOS SE LE DEBE HONOR Y GLORIA. Su reja repujada es más barroca que renacentista.
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Hasta 1986, su interior, era el más decorado de todas las capillas de la iglesia Colegial. Presentaba sus bóvedas, decoración resaltada de grutescos y formas geométricas. Las paredes se decoraban también con frescos simulando los ornatos de los muros, y medallones de figuras femeninas elogiando el Sagrado corazón de María. Decoración realizada en 1887 y eliminada en la actual restauración del templo.
Su portada al exterior, sigue los cánones de portada tardo renacentista, con representaciones de la Fe, la Caridad. Ángeles tenantes con heráldica fundacional; el patrón San José, en hornacina bajo baldaquín, cartela bajo lema: SOLO A DIOS SE LE DEBE HONOR Y GLORIA. Su reja repujada es más barroca que renacentista.
Destacando en la actualidad de su interior, su cúpula engalanada con los cuatro evangelistas en las pechinas. Sus tres retablos de inspiración abarrocada del siglo XVII, poseía varios cuadros, destacando, como joya pictórica, el cuadro de la Virgen de Belén, de la escuela italiana, que en la actualidad se conserva en la casa palacio propiedad de Natalio Rivas (Vela de los Cobos). A la espera de que vuelva a su lugar de origen, una vez que finalicen las obras de Santa María.
Detalle de una pechina de la cúpula del interior. Cada pechina está engalanada con las figuras de los cuatro evangelistas.
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