Santa María, como edificio religioso; es lugar de acogida, de culto. Para eso se hizo. Y para rezar y alabar a Dios. Pero este templo es lugar extraordinario para la reflexión y contemplación. Eran muchos los ubetenses que en el silencio de una tarde entraban en Santa María; atajaban los claustros, lugar de paz y tranquilidad donde el trinar de los pájaros no cesaba. Cuando se adentraban a la enorme Iglesia, se estimaba una sensación de frío, se respiraba cera por doquier, el murmullo de los devotos se perdía por el enorme espacio, en un repiqueteo de ecos, figurando sonidos envolventes que no se podían traducir pero que tenían el mismo destino..., donde muchos ubetenses se sentaban en la penumbra de sus bancos y, en silencio, han sentido ese temor sagrado que produce la aproximación del hombre a lo divino, a la vez que han experimentado la cercanía del Dios, Padre y Amigo. Una iglesia con un enorme valor espiritual, sentimental y cultural. Reina de las tradiciones folklóricas y religiosas de la ciudad de los Cerros.
No puede olvidarse para la memoria de una Ciudad, todo lo que ha rodeado, distinguido y acontecido esta Iglesia de los Reales Alcázares. Un monumento que hoy, actualmente, se distingue por el paso del tiempo con sus puertas cerradas.
Santa María ha de ponerse ya en valor, tanto cultural como espiritual. Santa María es nada menos que la Iglesia Mayor de Úbeda con título de Colegiata. Santa María, por todo no debe quedar en el olvido. Así que hemos de pedir su pronta apertura. Es una petición justa, ya que no debemos de seguir dando lugar a que los mayores que aún vive, desaparezcan sin verla abierta, y mucho menos que los jóvenes nos acostumbremos a verla cerrada. Duele mucho, que muchos turistas que visitan la Úbeda Patrimonio de la Humanidad; sigan sin poder disfrutar de una Iglesia que era y es la historia de toda una ciudad, de conquistas y de asentamiento cristiano.
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