Entre unos de ellos, sobresale de modo especial, un capitel con motivos eróticos o pornográficos. (Según se vea). Que se sitúa en uno de los pilares del claustro, en la nave oeste, antes de entrar al interior de la iglesia.
En la Edad Media y en el pro-renacimiento, se vivía rodeado de símbolos y misterios. La religión lo inundaba todo, pero el pueblo llano tenía sus vías de escape, como las fiestas profanas y el sexo. El amor y la sexualidad han estado siempre muy ligados a la naturaleza humana.
Así, en todas las culturas y civilizaciones han estado siempre, con distintas formas de representación estos motivos eróticos, la mayoría de las veces retando la voluntad de la propia iglesia católica. Siempre el arte o la literatura ha dado rienda suelta al sexo en muchas de sus variantes: bestialismo, incesto, poligamia y prostitución.
En el arte de la Edad Media, en los arcos de las portadas, en los capiteles, en ventanas y en columnas interiores suelen representase escenas sacadas de las Sagradas Escrituras. Que, a veces, se intercalan con seres sacados de las leyendas y mitos clásicos (sirenas y grifos).
A cambio, en canecillos situados en el alero del tejado y en algunos capiteles exteriores predominan escenas profanas: gente corriente, artesanos… e imágenes que no parecen las más adecuadas para adornar un templo de índole religiosa.
En nuestro caso, en el citado capitel de Santa María, podemos observar a dos seres fantásticos (una sirena y un mono) practicando entre ellos sexo oral.
Colocar escenas del más desafortunado erotismo no era la mejor manera de avisar a los fieles de los peligros que tienen que evitar para no caer al sexto mandamiento bíblico. Si lo hicieron con esa finalidad, lograron lo contradictorio.
Podemos prestar atención, en uno de los pilares del claustro, al frente de la entrada al templo por la puerta de la Adoración o Norte, otra curiosidad. Una hornacina con la imagen de una Virgen con el niño en piedra policromada, y bajo esta, un mosaico de cerámica a cuerda seca, muy deteriorado con la siguiente inscripción: “SI QUIERES QUE TU DOLOR SE CONVIERTA EN ALEGRÏA NO TE PASES PECADOR SIN DECIR AVE MARÏA”.
Gracias a un artículo de Manuel López Martínez, bajo titulo “No Tiene Desperdicio” y publicado en diversas revistas de Semana Santa de 2005, sacamos otra curiosidad acerca del desaparecido ciprés centenario que se alzaba imponente en los desaparecidos jardines del claustro de Santa María.
La madera, de este seco ciprés, se utilizó para hacer las puertas de cuarterones de la iglesia de Santa Teresa.
Como ultimas curiosidades, la primera, es que en una de la actual intervención, que se viene desarrollando, se le ha restituido su antiguo aspecto original mudéjar, eliminándose los añadidos decimonónicos de escaso gusto, por ello, muchos nostálgicos de Santa María, ven o verán un templo distinto al de 1983.
Lo segundo, es acerca del exterior, si observamos los basamentos de la puerta Norte o de la Adoración, podemos encontrar varios cirios o velas encendidas, puesta aquí por personas anónimas, como signos de esperanza y de manifiesto, para la pronta apertura de la iglesia, al uso religioso y cultural.
Olá Juan! Estive passeando , avistei o teu espaço, invadi, gostei e não resisti em dizer-te que o mesmo é muito bonito, as imagens são belíssimas, porém ficaria melhor para fazer-mos um comentário se tivesse um tradutor.
ResponderEliminarAbraços,
Furtado.