Cientos de personas participaron en la reapertura al culto y bendición del emblemático templo. Video Sergio Salido.
09.05.11 - 02:04 -
ALBERTO ROMÁN ÚBEDA.
Centenares de personas asistieron en la tarde de ayer domingo al solemne acto de reapertura al culto y bendición de la iglesia de Santa María de los Reales Alcázares de Úbeda. Muy pocas veces se ha visto tanto trasiego de gente por el casco histórico de la ciudad Patrimonio de la Humanidad. Quizá era comparable al que se vivió en la misma plaza Vázquez de Molina el día que la Unesco concedió a la localidad el preciado título, junto a Baeza, el 3 de julio de 2003. Y es que, la expectación era máxima. No era para menos pues muchos ubetenses llevaban esperando ese momento desde hacía casi 28 años, desde que se cerró la iglesia un 18 de julio de 1983.
En todo este periodo el edificio ha estado sumido en unas obras de restauración tan dilatadas en el tiempo como cuestionadas, pese a que se han resuelto los graves problemas estructurales que pudieron haber supuesto su hundimiento parcial e incluso total. Aunque las críticas de antes y de ahora se han visto finalmente ahogadas entre las voces que celebran la deseada reapertura del emblemático templo ubetense.
Durante la eucaristía de reapertura y bendición, celebrada a eso de las siete y media de la tarde, no cabía ni un alfiler en el interior de la iglesia. Todo el mundo quería ser testigo directo de este momento histórico. La ceremonia fue oficiada por el obispo de la Diócesis de Jaén, Ramón del Hoyo, a quien acompañaron alrededor de 40 sacerdotes de Úbeda y de otros muchos puntos de la provincia, invitados a concelebrar la misa en tan especial ocasión.
No obstante, la celebración comenzó una hora antes en la iglesia de San Pablo. Allí el obispo pronunció unas palabras como monición de bienvenida e invitó a los fieles congregados a participar en la procesión extraordinaria que desembocó en Santa María, con el clero y autoridades, que sirvió además para trasladar hasta 'su casa' a la imagen de la Virgen de Guadalupe, Patrona de Úbeda, que aguardaba en San Pablo desde el pasado 2 de mayo, día de su Romería.
Protocolo de bendición
En todo momento se siguió el protocolo que conlleva la bendición de una iglesia. Así, una vez que el desfile llegó a Santa María, el obispo se dispuso a abrir la puerta principal con la llave que llevó colgada al cuello durante todo el acto. Aunque quienes aguardaban en el interior para facilitar las cosas se adelantaron unos segundos y las puertas quedaron abiertas de par en par sin que la llave llegara ni siquiera a entrar simbólicamente en la cerradura. «Apertura automática, cosas de la modernidad», bromeó alguien del clero. Así, Ramón del Hoyo no pudo más que entregar la llave al párroco, José Araque, también según lo previsto como gesto simbólico.
En ese momento entró la comitiva, con todas las autoridades civiles, políticas y eclesiásticas, y después pudo hacerlo el pueblo, que en pocos segundos ocupó todos los bancos y los espacios libres de las tres amplias naves del templo. En ese momento un coro amenizaba el acto con sus cantos litúrgicos, dando la bienvenida a los asistentes. Y minutos más tarde aparecía por la puerta que hay junto al altar mayor, tras recorrer el claustro, la imagen de la Virgen de Guadalupe, que fue recibida entre aplausos y gritos de «viva». Se trató de uno de los momentos más emotivos, ya que la Patrona de Úbeda por fin estaba en su iglesia dispuesta a ocupar el lugar que le corresponde en su tradicional capilla. Con ello, se pudo desarrollar con normalidad la eucaristía y la bendición del templo y de los fieles.
Preparativos
Hasta llegar al día de ayer, los preparativos se hicieron a un ritmo frenético. Todas las imágenes se trasladaron a sus correspondientes capillas. Los bancos se colocaron después de haber sido montados en su interior. Las losas cuya tonalidad no coincidía con el resto de la solería fueron sustituidas en tiempo récord. Los enseres y demás objetos litúrgicos se pusieron en su lugar. Y las labores de limpieza se realizaron concienzudamente para eliminar todos los restos de una obra de casi 28 años. Hasta a las rejas se les dio brillo. Y así todo lucía esplendoroso.
Un cambio provisional
No obstante, no todo se quedará definitivamente como estaba ayer, pues habrá que hacer algún pequeño cambio provisional motivado por la restauración que precisa el tradicional baldaquino de la Capilla de Jesús. Al respecto, la cofradía del Nazareno ha anunciado que las imágenes de sus titulares permanecerán en el interior del templo mientras se desarrollan los trabajos, que comenzarán en breve.
Concretamente, las tallas de Jesús Nazareno, la Virgen de los Dolores, San Juan y la Verónica se ubicarán provisionalmente las tallas en la Capilla de los Becerra de la misma iglesia de Santa María que, curiosamente, fue donde estuvo el Nazareno desde 1868 hasta la década de 1950.
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