“Mis antepasados pagaron Santa María. Mis impuestos han pagado Santa María. ¿Por qué tengo que volver a pagar? Lo siento, pero yo no pago”. Con esta declaración de intenciones se abre la página de Facebook que ya cuenta con más de 2.100 seguidores en contra del cobro de la entrada en el templo de Santa María de los Reales Alcázares de Úbeda (Jaén), el caso más significativo que ha servido a laJunta de Andalucía esta semana para plantarse ante la Iglesia y defender que el patrimonio restaurado con dinero público debe abrirse al disfrute de los ciudadanos.
Y no les falta razón a los promotores de la movilización ciudadana en las redes sociales. El templo, una de las principales señas del Renacimiento andaluz, se había convertido en la joya más oculta para toda una generación de ubetenses puesto que abrió sus puertas en abril del pasado año después de 28 años cerrado por su estado de ruina y abandono. Durante este tiempo, la Junta invirtió casi siete millones de euros en los trabajos de restauración, que costeó al 100%.
Desde el pasado mes de mayo, el templo de Santa María, Monumento Nacional desde 1926 y que comparte protagonismo con la iglesia del Salvador en la majestuosa plaza Vázquez de Molina, cobra cuatro euros por entrada. A pesar de que se reciben unos 2.000 visitantes mensuales, el arcipreste del templo, Juan Ignacio Damas, considera deficitario su mantenimiento, que cifra en unos 3.000 euros mensuales entre los gastos de electricidad, limpieza y personal. “No pueden ahogarnos, si no podemos cobrar, ¿cómo se paga el mantenimiento?”, se pregunta en voz alta.
Damas defiende que permite el acceso gratuito a la capilla de la Virgen de Guadalupe y a todos los que esgrimen que van a realizar sus cultos. Por tanto, tilda como una “polémica artificial” el plante de la Junta. “Muchos otros edificios civiles también se arreglan con dinero público y nadie discute pagar su entrada”, argumenta Damas,respaldado por las autoridades eclesiásticas como es el caso del Arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, uno de los destinatarios de la carta remitida por el consejero de Cultura, Luciano Alonso, instándole a revisar el convenio entre la Iglesia y la Junta para la gestión de monumentos. El argumento de Alonso es que si las restauraciones se pagan con el dinero de todos los andaluces, estos tienen derecho a su disfrute, y que en el caso de que el uso sea solo privado (y además, explotado comercialmente), la inversión pública pierde su sentido.
En Úbeda tampoco gustó que la gestión de las entradas de Santa María se encomendara a una empresa foránea, Palacio de Museo, la misma que cobra las entradas en las catedrales de Jaén, Baeza o Granada. La empresa recibe un fijo por cada entrada que, según el arcipreste, no llega al 50% del precio. Pero lo que es una evidencia es que la Junta no recibe dinero alguno, pese a que fue la que puso todo el dinero. Con todo, en Úbeda existe una clara división ciudadana. La Asociación Local de Comercio, Industria y Servicios (Alciser) defiende el cobro de la entrada “mientras no existan otras alternativas”. Los comerciantes sí que lamentaron, no obstante, la precipitación con la que se acordó cobrar a los visitantes y el perjuicio que eso supuso a las empresas turísticas del municipio.
La división también es patente en el plano político. El equipo de gobierno, del PP, defiende el pago de la entrada porque, a juicio de la concejala de Cultura, Josefa Olmedilla, es una medida que va a afectar a los turistas pero no a los ubetenses. En cambio, PSOE, IU y PA se oponen con rotundidad. “El Obispado no reconoce que entregó a la Junta de Andalucía un inmueble en ruinas y 28 años más tarde volvió a recuperarlo totalmente rehabilitado gracias a los impuestos de los andaluces”, dijo el edil andalucista Francisco Mendieta.
El PSOE federal respalda plenamente a la Junta. El secretario federal de Política Municipal, Gaspar Zarrías, señaló que es “razonable” que no se cobre a los ciudadanos en templos restaurados con dinero público.
Mezquita: 8 euros de día, 18 de noche
MANUEL J. ALBERT, CÓRDOBA
Durante los últimos años, el dinero público ha servido para restaurar la Mezquita de Córdoba y ampliar su oferta turística. Por un lado, se destinaron más de 3,5 millones de euros para recuperar el crucero cristiano, incrustado en el corazón del antiguo templo musulmán y catedral de Córdoba desde 1236.
Por otro lado, 1,2 millones de euros aproximadamente fueron destinados a la organización de las visitas nocturnas al principal monumento de la ciudad. La actuación, bautizada como El alma de Córdoba, fue ejecutada por la empresa General de Producciones y Diseño. Del presupuesto total, 669.240 euros fueron sufragados por el Plan de Excelencia Turística y el resto, es decir, 530.759 euros, por el Consorcio de Turismo de Córdoba.
Tras años de polémica entre la Iglesia y el Ayuntamiento sobre las características y requisitos que debía tener el producto turístico, se llegó a un resultado que contentaba plenamente a los religiosos. Así, en el recorrido, que incluye la proyección de un vídeo y la utilización de una audioguía, prevalece lo evangélico y catequista sobre lo histórico y artístico. Y todo ello al precio de 18 euros la entrada, de la que buena parte va a las arcas religiosas.
Entrar a la Mezquita cuesta ocho euros para todo aquel que no resida en Córdoba. Aunque el visitante no lo sepa, en realidad está dando un donativo a la Iglesia, no es una entrada en sí, por lo que no se pagan impuestos. A primera hora, se puede visitar coincidiendo con el culto. Pero en ese momento están prohibidas las guías organizadas. Además, el Cabildo restringe con celo el sistema de visitas organizadas, dando prioridad a los guías locales autorizados por la Iglesia. Se garantiza así que a los turistas se les inculque el sentido católico que la Iglesia quiere dar al recorrido por este monumento declarado Patrimonio de la Humanidad.
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