martes, 15 de febrero de 2011

La Inmaculada De Santa María De Los Reales Alcázares.


La Inmaculada De Santa María De Los Reales Alcázares.


La Antigua Colegiata de Santa María de los Reales Alcázares, fue Iglesia Mayor Parroquial de la ciudad desde el año 1852 hasta 1983. Es, posiblemente, el templo más unido a la historia de Úbeda y a la de sus ciudadanos. Su importancia viene determinada por su carácter histórico, arqueológico y arquitectónico. Tras más de 27 años de obras de restauración, que parecía que nunca finalizaban. Pronto darán su fin. La apertura de Santa María es inminente.

Aunque todo parece indicar que para Semana Santa, a mediados de abril, los ubetenses tendrían la oportunidad de conocer el resultado de las obras mediante algún tipo de jornadas de puertas abiertas e incluso una muestra de paneles y fotografías en la que se explicaría todo el proceso de restauración. Y las cofradías cuyas procesiones parten desde la iglesia o desembocan en la misma en principio no tendrán problema para hacerlo.

Para entonces se espera que el templo esté limpio y con todos, o casi todos, los restos y materiales de la obra retirados. No en vano, para el día 8 de abril se ha programado un concierto de música sacra que estará enmarcado en la programación del Festival Internacional de Música y Danza Ciudad de Úbeda, el cual este año adelanta sus fechas de celebración para convertirse en un evento cultural de primavera. Será un recital de polifonía religiosa que correrá a cargo de La Colombina, cuarteto vocal de Pamplona especializado en música del Renacimiento y del primer Barroco españoles. Los permisos correspondientes para llevarlo a cabo ya se están tramitando. No obstante, todo lo citado anteriormente dependerá de las decisiones que tome el equipo responsable de las obras en base al estado de las mismas y a las condiciones del interior de la iglesia.

Se habla mucho de como quedará Santa María, de si es igual que antes o no, pero mi pregunta es: ¿cuando pasen 3 o 4 años de su apertura se verá sola, fría y demasiado grande como el resto de los templos y teniendo visitas solo Jueves Santo, Viernes Santo; y los meses estivales, de la estancia de la Virgen de Guadalupe, en Úbeda?

Tal y como están las cosas, no me queda la menor duda. Una aclaración: siempre quedarán ese grupo de personas (mayoritariamente mujeres) que permanecen día tras día para el rezo del rosario y la escucha de la misa. Esas serán las que de verdad se alegrarán de la apertura, esas serán, quizás, las que menos importancia darán a los arreglos o desarreglos, simplemente se alegrarán de ver felizmente abierto el templo.


La ambientación y riqueza patrimonial del templo, que ha sufrido sensibles pérdidas con el paso de los siglos, mantuvo numerosas piezas artísticas de orfebrería; la rejería de las capillas, mayoritariamente del siglo XVI, son obras cumbres del arte español; durante siglos el templo ha ido acumulando obras pictóricas, tanto de la escuela italiana, entre las que destacan la Virgen de Belén, del retablo de la capilla de los Sabater, y de la escuela española, son buen ejemplo una Piedad de Bocanegra o una Inmaculada de la escuela de Alonso Cano. Además de los cuadros citados, se conservan algunos más, de lo que trataremos en próximos artículos.

En esta ocasión voy a tratar, de la Inmaculada de la Escuela de Cano. En mal estado de conservación; tras el cierre de la iglesia por las dilatadas obras; se depositaba junto a otros cuadros, en la antigua sacristía de Santa María.

La exquisita finura del arte de Cano se manifiesta en esta Inmaculada que, como la mayoría de las obras realizadas por este maestro, posee una apariencia frágil y delicada, llena de dulzura y belleza. La figura adolescente, casi infantil según la costumbre andaluza, presenta un diseño en forma de huso, empleado habitualmente por Cano en este tipo de trabajos.

Esta obra fue pintada, en un momento de madurez de la técnica de Cano. La ligera inclinación de la cabeza de la Virgen y la flexión de su pierna derecha, proyectando la rodilla hacia delante, son rasgos de su admiración por los pintores renacentistas italianos. Del mismo modo la luz difuminada y el color recuerdan la técnica de los venecianos. Comparada con otras representaciones anteriores de la Inmaculada, ésta es más sencilla, menos barroca. También el rostro de la Virgen es diferente y único. Sin embargo, en todas las Inmaculadas de Cano se repiten una serie de peculiaridades que las identifican como obras suyas. Una característica es el acusado perfil fusiforme de las figuras, con el manto que se abomba en la zona de la cintura y se recoge en los pies. Esta silueta original ya aparece en una de las primeras obras de Cano, la escultura de la Virgen del retablo de Lebrija (Sevilla). También es singular la forma de disponer el manto, donde deja sobresalir la túnica que se dispone sobre la luna. Manos de dedos largos, en actitud de orar y rostro meditativo, son rasgos singulares que no aparecen en las Inmaculadas de otros autores como Velázquez, por ejemplo. En las innumerables versiones de Cano varía la técnica, pero no la solución formal

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