Casi
ninguno de los carteles que en nuestra Semana Santa han sido, han
contado con la total aquiescencia popular. Es más, algunos han sufrido
duras críticas y en cualquier caso prácticamente cada año ha habido
división de opiniones en torno a la calidad del mismo. El cartel de este
año no iba a ser menos. Lo cierto es que sí que podemos afirmar que no
causa indiferencia y que es motivo de opiniones antagónicas, ambas
respetables. Resulta evidente que no se trata de una foto de las
llamadas “de ambiente” y que no refleja la muy peculiar plasticidad de
la hermandad en la calle. “Esto no es nuestro Lunes Santo”, hay quien ha
llegado a afirmar. Por otra parte, quienes lo defienden como un buen
cartel afirman que refleja la intimidad de un momento muy especial,
vivido por los hermanos de la cofradía y por algunos privilegiados más,
dentro del claustro de Santa María y antes de comenzar la procesión. Son
momentos emotivos, de preocupación, de tensión, de abrazos, de
lágrimas, de responsabilidad, de devoción,
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