martes, 21 de mayo de 2019

Basílica de Santa María de los Reales Alcázares. San Joaquín y Santa Ana con la Virgen niña.




De la riqueza cultural interior, que en otros tiempos poseía la capilla  de la Yedra de Santa María, tan solo se conserva, en el testero,  un cuadro que representa a San Joaquín y Santa Ana con la Virgen niña. 




Basílica de Santa María de los Reales Alcázares.  San Joaquín y Santa Ana con la Virgen niña.


Desde el siglo II arranca una tradición que atribuye los nombres de Joaquín y Ana a los padres de la santísima Virgen María. En el siglo VI, el culto a santa Ana se introdujo en la Iglesia oriental. En el siglo X pasó a la Iglesia occidental. El culto a san Joaquín fue más reciente. Las virtudes de estos dos esposos, se nos manifiestan por su fruto, tal como nos lo dice el Señor: "Un árbol bueno no puede producir frutos malos. . . Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 20). El fruto de estos dos santos fue superior a la ley natural, pues engendraron para el mundo a la Inmaculada Madre de Dios y Reina de los Ángeles.

SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA, padres de la santísima Virgen María.

Los datos sobre la vida de san Joaquín y de santa Ana, se nos narran en ciertos libros apócrifos. Algunos de ellos se podrían aceptar como verídicos, ya que representan una respetable tradición. En la imposibilidad de discernir con certeza cuáles sean éstos, reflexionaremos sobre hechos que nos den fe, repasando algo de lo que hacía una buena familia judía con respecto a la educación de sus hijos. Joaquín y Ana tuvieron mucho que ver en la instrucción de María durante su niñez y su juventud.

Nada era más importante para las familias judías que la enseñanza de la Tora, o de los cinco primeros libros de la Biblia. La transmisión de los principios religiosos y éticos, se fundaba en el mandamiento bíblico: "Ten cuidado y guárdate bien, no vayas a olvidarte de estas cosas que tus ojos han visto ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida; enséñalas, por el contrario, a tus hijos y los hijos de tus hijos". (Deut 4, 9).

En los tiempos bíblicos, los niños recibían su educación práctica y religiosa directamente de sus padres. Después, la sinagoga vino a ser no sólo casa de oración, sino casa de estudios para los adultos y quizá también para los niños.

Por regla general, las niñas estaban excluidas de aquella educación especial. Su formación práctica la recibían de sus padres, aunque hubo numerosas mujeres judías que adquirieron un alto nivel de conocimientos.

El espíritu de unión de la familia estaba muy desarrollado. Su influencia en la vida pública era muy grande. Corona de los ancianos eran los hijos. Al padre que engendraba un hijo in-sensato, se le consideraba desgraciado para toda la vida.

Las bendiciones de la familia judía, que los padres trasmitían a sus hijos, se resumían en el párrafo del Deuteronomio: "Bendito serás en la ciudad y bendito en el campo. Bendito será el fruto de tus entrañas y el producto de tu suelo... Bendito cuando entres y cuando salgas... Yahvé hará de ti un pueblo consagrado a él, como te lo ha jurado, si tú guardas los mandamientos de Yahvé, tu Dios y sigues sus caminos". (Deut 28, 3). Y en el Levítico: "Estableceré mi morada en medio de vosotros y no os rechazaré. Me pasearé en medio de vosotros; yo seré para vosotros un Dios y vosotros seréis para mí, un pueblo" (Lv 26, 3).

La liturgia nos habla de san Joaquín y Santa Ana con estas palabras "Oh bienaventurados esposos que os esforzasteis en vivir siempre de una manera agradable a Dios y digna de la que tuvo en vosotros su origen. Con vuestra conducta os hicisteis merecedores de ofrecer al mundo la joya de la virginidad, quien, de un modo admirable y excepcional fue siempre Virgen en su mente, en su alma y en su cuerpo".

Santa María de los Reales Alcázares. Capilla de la Yedra. El Abrazo de la Puerta Dorada


El cuadro de San Joaquín y Santa Ana con la Virgen niña, de la Capilla de la Yedra de Santa María.

La Capilla de la Yedra, en la Colegiata de Santa María de los Reales Alcázares, erigida en 1505 en honor de la Limpia Concepción de María, fue fundada por el protonotario y arcediano de la ciudad Diego Sagredo. “En su testamento, dictado en Baeza en 1524 ante el escribano Diego Pérez Godoy, consta que el eclesiástico había edificado una capilla en la Iglesia Colegial, a espaldas del coro, y que le puso una reja muy buena y dos sacristías”.

De la gran riqueza cultural interior, que en otros tiempos poseía dicha capilla funeraria, tan solo se conserva, en el testero,  un cuadro que representa a San Joaquín y Santa Ana con la Virgen niña.

La obra representa el momento en que los padres de la Virgen, quienes aparecen en primer plano, conducen de los brazos a la niña al templo para ser consagrada a Dios. Sobre ellos aparece la alegoría del Espíritu Santo.

Está inspirado en la obra de Rubens sobre la Sagrada Familia, aunque con un aire más clasicista.
Se desconoce el autor y la fecha de ejecución de la obra, aunque debió ser encargada, siglos posteriores a la fundación de la Capilla de la Yedra.


Fuentes:


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